Para mi columna de esta semana me pareció apropiado comenzar con una frase, hay equipos que saben ganar ligas y hay equipos que saben ganar liguillas…
En el futbol mexicano está es una realidad fuera de cualquier discusión, algunos la llaman maldición y otros se regodean al creerla una oportunidad y a la postre, una bendición.
¿En dónde me encuentro?, mi postura esta más inclinada a una peculiaridad, una simple y tenue situación que puede definir un encuentro, una serie y finalmente un campeonato, saber ganar en momentos de aplomo, poniendo el carácter, la fuerza y ¿porqué no?, algo de suerte cuando es necesario, un coctel necesario sin lugar a dudas en nuestra famosa liguilla del futbol mexicano.
Ejemplos palpables hay muchos, nos encontramos con este equipo al cual le hacen llamar “superlíder”, que es adulado por propios y extraños, el cual fecha tras fecha se prepara para darle a su afición una alegría grande, cabalga por los senderos del triunfo y logra encumbrarse como el mejor de la campaña regular, para al final en la liguilla, encontrarse ante un equipo que no tiene tanta suerte, renombre o siquiera cartera para encarar a esos “superlíderes”, va poco a poco regulando su actuación, guardando sus fuerzas para lo que según los cánones del futbol mexicano es algo más importante que ser el mejor de la campaña regular, una liguilla.
¿Cuántos de nosotros no hemos vivido esta historia?, una y otra vez equipos como el Cruz Azul, Monterrey, Tigres, Chivas, Santos, han sucumbido ante el último clasificado, de estos equipos, sólo el Pachuca ha logrado la hazaña de coronarse tras exhibir durante todo un torneo sus dotes de líder, ¿porqué sucede esto?, yo diría porque los equipos no entienden que mejor que un buen paso es lograr un campeonato, como dice el viejo adagio, “más vale paso que dure que trote que canse”. Estos equipos llegan encumbrados, fuertes y poderosos, pero existe algo, ese pequeño dejo de confianza que los hace perder la cabeza, la paciencia, las ganas de luchar, y al final, la serie en la que se encuentran.
En el fin de semana que acaba de pasar, vimos como nuevamente y ante los ojos de sus propios aficionados, cae un superlíder, el equipo contrario, tuvo la suerte de su lado, el hambre de trascender y sobretodo de campeonar, algo que los logros de la liga no pueden entender, enfatizar, comprar o alcanzar por sí solos, ante el trastorno y confusión creada por el último lugar de la clasificación, sucumbe el mejor y el otro, pasa a la siguiente fase, como ironía del destino, “David le saca la onda a Goliat”.
Se crea la maldición, ¿verdadera maldición?, no lo creo, más que nada, no saber ganar partidos, partidos importantes, conociendo que no importa la historia, la percha, la antigüedad, lo que importan son los tamaños para enfrentar un juego clave, para defender la playera, chica, mediana o grande, el carácter para denominarse en la cancha como el favorito y jugar como el favorito, más que nada, el meollo del asunto es que hay equipos que saben ganar ligas y hay equipos que saben ganar liguillas, claramente algo que el Guadalajara y otros “superlíderes”, han olvidado en esos “trágicos” fines de semana.
¿Qué queda en estos casos para el superlíder?, ¿acaso cabe un gesto amable, una sensación de vacío, las ganas de llorar?, creo que quedan todos estos sentimientos juntos, aunado con la amargura y decepción de su afición, que bien a bien, fecha tras fecha consumen su producto, pagan entradas a su estadio, se pavonean frente a los demás y fantasean con un título que tal y como se materializó en su cabeza, se esfumó en los botines de sus jugadores.
La Otra Maldición…
Otra maldición y de las más dolorosas, se cierne sobre uno de los grandes del futbol mexicano, el Cruz Azul, un equipo que tiene campaña tras campaña, actuaciones sobresalientes, siempre dentro del campo de la liga, parece que cuando entran a la liguilla, se hacen pequeños, les pesa la categoría de equipo favorito y nos deja pasmados con su bajo nivel de juego y su pobre rendimiento. En lo particular, esperaba mucho más de este equipo, si bien no me cuento entre sus seguidores, me parece que tiene con que campeonar, el equipo en sí, funciona como una máquina bien aceitada, sus jugadores se conocen a la perfección y su afición, pese a sus múltiples tragedias griegas, sigue al pie del cañón, entonces, ¿qué pasa?, nadie lo sabe, nadie lo entiende, parece ser que nuevamente pasa por un tema de carácter y más que eso de mentalidad, habría que ver que doctor puede curar sus males, el ojitos Meza simple y sencillamente no ha sido capaz de exorcizar los demonios azules.
Les dejo una reflexión, podríamos catalogar de maldición lo que pasa en el futbol mexicano o podríamos catalogarlo de una falta de verdaderos valores, en nuestro futbol, que es un verdadero espejo de nuestro país, no se premia siempre al mejor ni al más consistente, se premia al que sabe como actuar en los momentos decisivos, como agandallar al de arriba, bueno o malo, cada quien lo decide, por lo menos hasta ahora, se demuestra que es una maldición más que una bendición.
Too much is not enough…